Siguiendo el plan original de nuestro taller, en nuestra segunda visita nos dirigimos al Museo Nacional de Hungría para ver la exposición sobre princesas de tierras lejanas, comparación y semejanzas de princesas catalanas y húngaras.
Al pasar todos los días delante del museo el cartel me llamó cada vez más y más la atención y por las oscuras madrugadas el único alivio para mi mente fue viajar a estas tierras exóticas, pensar en cómo habría sido la vida de aquellas chicas que apenas eran mayores que yo. Las princesas que no tenían posibilidad de decidir con quién casarse, ni siquiera conocían a su marido al que sus padres les habían elegido con el fin de llevar a cabo su política matrimonial y la ampliación de su imperio.
Buscando información y preparándome para la exposición me di cuenta de la cantidad de “corchetes” que hay entre húngaros y catalanes, y –francamente– hasta ahora no lo sabía. Así que me acudí a la cita con mucho ánimo e interés.
Antes de ver exactamente la exposición una alumna de la Universidad nos habló sobre sus experiencias durante la construcción de esta exposición, en verano de 2009. Ella trabajó como traductora durante el montaje y nos explicó con muchos detalles qué actividades se realizaron entre las paredes de este antiguo museo antes de la inauguración oficial de la exposición.
Como es una cooperación entre catalanes y húngaros las obras que llegaron son documentos tanto de Cataluna como de Hungría, y para nuestra sopresa, también de Italia (ya veremos después qué pinta Italia allí).
Ya desde pequena me interesaban la cultura y el arte y mis padres nos llevaron sistemáticamente a los museos de mi ciudad, Debrecen. Ya me imaginaba que las obras debían llegar en enormes cajas y también intuía algo sobre la importancia de los guantes blancos, pero hasta esta presentación no lo tenía todo muy claro. Ahora me enteré de que todas las obras tenían un correo, es decir, una persona que tenía la responsabilidad de que los tesoros llegaran sin problemas a su destino, una tarea sumamente importante teniendo en cuenta el valor de ellos. Recorrimos a través de fotos todo el montaje, aprendimos que los libros necesitaban una temperatura más baja que las pinturas y que antes de colocar las joyas había de medir su peso, la cantidad de oro que contenían (un hecho muy importante a la hora de ser devuelta la pieza a su propietario, porque los duenos –sean personas individuales o museos– quieren recibirlos en su estado original).
La charla fue muy interesante y enriquecedora.
En el museo ya nos esperaba una chica joven que también había trabajado en el montaje de la exposición y seguía trabajando allí como guía.
Todavía no pisamos el suelo de la sala de la exposición, pero ya la atmósfera del antiguo edificio me inspiró, y pintó una sonrisa sobre mi cara.
Al entrar en la sala ya supe que no iba a desilusionarme.
El sistema de la presentación fue cronológico, empezando por las guerras aventurosas (las cuales tienen un nombre muy sugerente en húngaro, se llaman “kalandozások”) de los húngaros en el s. X, siguiendo con los primeros matrimonios y terminando con el último.
Los primeros húngaros llegaron hasta tierras catalanas en el año 942, cuando los cristianos de la Península Ibérica pidieron su ayuda para expulsar a los musulmanes (asunto que no tuvo éxito hasta 1492). El Papa Silvestre II jugó un papel muy importante en ambas historias, pasó su infancia y juventud en Cataluña estudiando en Vic y Ripoll, y luego mandó su corona a nuetro primer rey, San Esteban.
La primera princesa que unió las dos naciones fue Constanza de Aragón, que se casó con el rey Emerico. Con ella llegó su corte, barones, cortesanas, etc. y trajeron consigo la cultura catalana. La pobre esposa no pudo gozar mucho de la belleza del país, su marido murió joven y desde aquel entonces su suegro Andrés II hizo todo lo posible para amargar su vida. La reina, viuda se escapó con su hijo recién nacido a Viena, pero el nino murió a los 5 anos y este hecho selló el destino de Constanza. Regresó a su tierra natal y se quedó como servidora de la iglesia en el monasterio de Seixena hasta que volvió a casarse con Federico de Sicilia.
No tuvimos que esperar mucho hasta la segunda “corchete”. La prima de Constanza, hija de Andrés II, la joven Yolanda se casó con Jacobo I, rey de Aragón. La pusieron en un barco enorme junto con su corte y la mandaron a Cataluna (un documento muy interesante describe muy detalladamente en qué consistía su corte y cuánto tuvo que pagar Jacobo por el traslado).
La reina Yolanda vivió en honra, dió a luz a 10 hijos (tarea más importante de una reina, dar a luz a muchos herederos) y según la leyenda, cuando su marido, el rey estuvo luchando contra los musulmanes durante meses y meses llevó a toda su familia consigo, celebraron juntos las victorias cristianas y había veces que pidió su consejo en temas militares y estratégicos también.
La tumba de la reina está en España y fue renovada con la ayuda (económica) del gobierno húngaro. Casi la única tumba que actualmente se encuentra en buen estado.
La tercera y última princesa ya no tenía tanto que ver con Cataluna, lo único que la unió a los catalanes fue que perteneció a una familia real que poseía la corona catalana, pero que tenía su sede en Nápoles. Se trata de la princesa Beatrix, la esposa del rey Matías Corvino. Gracias a Beatrix, Hungría conoció la cultura renacentista y gracias al interés y el ánimo de Matías construyeron un entorno cultural desarollado que en su época era la segunda después de Italia. Los códices y tesoros expuestos demuestran la importancia de la corte húngara.
Recorriendo la historia vemos que hay unos puntos marcados que merece la pena conocer. La exposición rinde perfectamente homenaje a estas mujeres que en el fondo tenían un papel muy importante, desde allí dirigían la vida y los acontecimientos políticos de sus maridos y vemos de qué forma contribuyó su unión y matrimonio a la vida de ambos países. Aunque yo creo que en Espana la gente no necesariamente sabe que Yolanda era húngara y la importancia que tuvo en la historia de nuestro país, lo que sí que importa es su papel religioso, gracias a ella se conoce a Santa Isabel y se admiran sus hechos.
Pero ¿qué significó para mí esta exposición?
Junto a la presentación previa y una clase de historia excepcional del profesor Faluba conocí una parte de la historia espanola y húngara que antes no conocía. Pero no sólo me fascinó la posibilidad de aprender cosas nuevas sino la personalidad de estas mujeres que en su época sí que podían llevar a cabo cosas importantes, no les daba miedo crear algo nuevo y gracias a ellas nació la conexión entre dos culturas lejanas.
Recomiendo ver la exposición hasta que se pueda no sólo para los aficionados de la cultura espanola sino para todos que quieran pasar dos horas en el centro de la historia.
A spanyol történelemi kiállítások következő lépcsőfoka a Nemzeti Múzeumban látható Királylányok messzi földről című kiállítása volt, melyet a kis csapat egy előkészítő előadás után tekintett meg. Az előadást az egyetem egyik hallgatója tartotta, aki a kiállítás "építése" során tolmácsként dolgozott a kurírokkal, restaurátorokkal és múzeumi dolgozókkal. Megismertette velünk a savmentes papírok, a páratartalom-mérő, a támasztékok teljes világát, mindent amiről kislány koromban járva a múzeumokat csak fantáziáltam.
VálaszTörlésA tárlatot egy fiatal művészettörténész lány tartotta, aki szintén közreműködött a kiállítás megépítésében. A kiállítás koncepciója a katalán-magyar királyi családok házasságának, pontosabban a királylányok életének és tevékenységeinek bemutatása volt. Bemutatni, hogy ezek az erős nők miként befolyásolták a háttérből férjük, az uralkodó döntéseit és lépéseit. A katalán Konstanza, a magyar Jolánta (II. András lánya) és a nápolyi Beatrix kerültek bemutatásra teljes pompájukban.
A kiállítás méltó befejezése Faluba tanár úr rendhagyó történelem órája volt.
Ajánlom e kiállítást mindenkinek, aki szereti a történelmet és a spanyol, katalán kultúrát és szeretné megismerni milyen is lehetett e fiatal lányok élete abban a sötét középkorban.